Pablo ama a los Tesalonicenses entrañablemente y se los demuestra de varias maneras: 1) expresándoles su profundo anhelo por verlos de nuevo, lo cual se ha esforzado en hacer varias veces y no ha podido; 2) tomando acciones concretas para fortalecer su fe en medio de la gran aflicción que enfrentan y recordándoles verdades bíblicas que él mismo les enseñó y 3) rebosando de gratitud por el inmenso gozo que le produce saber que su fe en Cristo se mantiene firme y orando por ellos intensa y constantemente para volver a verlos y ayudarlos a crecer aún más en su fe.